Una bellissima presentazione dei miei libri tradotti in spagnolo quella che mi ha dedicato José Ramon Ripoll al Café Comercial. Qui alcune foto e poi di seguito l’articolo. Grazie anche a Rafael Soler e Jon Andíon per aver introdotto la serata e letto le mie poesie in spagnolo, oltre a tradurre il dialogo con loro.
LAURA GARAVAGLIA: POESÍA Y CIENCIA
PRESENTACIÓN EN EL CAFÉ COMERCIAL, GLORIETA DE BILBAO with
Rafael Soler y Jon Andíon
MADRID14/11/2022
José Ramón Ripoll
La última vez que me encontré con Ernesto Cardenal fue en su casa de Managua, en 2019, justo unas semanas ante de producirse las manifestaciones de estudiantes que mancharon de sangre las manos del régimen nicaragüense de los Ortega. Cardenal estaba consternado ante lo que se veía venir, pero tumbado en la hamaca de su pequeño patio y con su eterna boina sobre la cabeza me habló de sus últimos poemas, que eran una conclusión o, al menos, un atisbo de luz, de aquello que más le preocupaba: el hombre u su pregunta, su partícula infinitesimal en medio del universo y la relación de la palabra poética con todos los últimos descubrimientos en el campo de la física cuántica. Me fui cavilando y entendí al poco tiempo su postura tranquila ante la muerte que prontamente le visitó.
Hoy tenemos con. nosotros a una poeta que, sin saber si ha leído a Cardenal —pues ni siquiera le he preguntado— nos plantea en sus dos últimos poemarios la misma cuestión: ese paralelismo entre poesía y ciencia o, mejor dicho, entre los lenguajes poético y científico, aunque también es justo decir que en la ciencia hay poesía y viceversa. Laura Garavaglia, llegada de Italia, donde dirige la Casa de la Poesía de Como, frente a su maravilloso lago, y promotora del ya prestigioso Festival Internacional «Poesía in versi», establece un diálogo humanista con el cosmos que le
rodea sin recurrir demasiado a los engaños de la imaginación, que en la mayoría de los casos nubla la visión del poeta, sino a partir del conocimiento evolutivo que, tanto la física como la matemática nos ofrece, sin menoscabo, por otra parte, del aliento vital necesario para que el teorema alcance su mayor altura poética.
Su magnífico libro La simetría de la nuez es una muestra de este esfuerzo de síntesis, al concederle a la poesía la capacidad de interpretar el mundo más allá de sus apariencias. Su título nos invita a trazar una analogía entre la estructura interior del fruto, dividido en dos idénticas mitades, y el cerebro humano, de cuyo complejo laberinto neuronal surge el habla, la palabra, nuestra capacidad emotiva, sentimental y cognitiva:
Células estrelladas, hipocampos, tálamos,
madre dura y pía. No es una fábula,
no es poesía el cerebro. Sin embargo
somos precisamente eso, una madeja
viscosa y gris que nos aprisiona
en la cavidad craneal.
No obstante, a pesar de su canto a la materia, una voz esperanzada se asoma a lo largo del poemario, desde el poema «Nacimiento» en el que «la vida comienza allí donde el sueño muere», hasta uno de sus últimos versos sin título: «Pero en la eternidad / en la burbuja de infinita expansión / partícula elemental / volveré a cantar las cosas. Y hablarán.
Ayer. cuando hablaba por teléfono con Giovanni Darconza, poeta y catedrático de literatura española de la Universidad de Urbino, y que ha traducido magníficamente este libro al español, bellamente editado por La Garúa, me indicó una frase de Ortega y Gasset que él mismo había utilizado para un comentario de este libro en su versión italiana. Pertenece a la Deshumanización del arte, y dice así:
“El arte y la ciencia pura, precisamente por ser las actividades más libres, menos estrechamente sometidas a las condiciones sociales de cada época, son los primeros hechos donde puede vislumbrarse cualquier cambio de la sensibilidad colectiva. Si el hombre modifica su actitud radical ante la vida comenzará por manifestar el nuevo temperamento en la creación artística y en sus emanaciones ideológicas. La sutileza de ambas materias las hace infinitamente dóciles al más ligero soplo de los alisios espirituales.”
En esa sutileza señalada por Ortega se sitúa la pluma de Laura Garavaglia: un espacio indeterminado donde cada palabra pertenece a ambos campos —ciencia y poesía—, siendo las dos cosas a la vez o ejerciendo la voluntad de juntarlas para explicarse el mundo frente «a nuestros cuánticos destinos», que cambian continuamente como la realidad. Se ha demostrado que las partículas de un objeto se transforman cuando las observamos, se mueven de un lado a otro y cambian su estructura interna. ¿Cómo entonces no vamos a interferir en nuestros destinos? Ese «ligero soplo de los alisios espirituales» brota de la intensa, concentrada poesía de Laura Garavaglia, mínima en versos pero de gran onda expansiva, que nos hace pensar y piensa por sí misma, y sin olvidarse de su mejor tradición leopardiana —allá’infinita vanita del tutto— deriva en poética fragmentada, como un río desembocando en un delta de múltiples ramificaciones que fluyen hacia un mismo océano.
En Temblor del cielo (Poemas escogidos), publicado en La Otra (Ciudad de México, 2022), edición traducida esta vez por Emilio Coco, toda esa concentración se abre a una estética más variada, sin olvidar el mundo de los números ni el de las partículas elementales que, una vez implosionadas «en el agujero negro de nuestra vida» son capaces de mostrarnos ˝la belleza de la nada˝. Porque la contemplación de lo bello, su descubrimiento, es el motivo final de la existencia, la que nos salva en vida y nos otorga conciencia de estar vivo. Hay un poema que Laura Garavaglia titula «La música de las esferas», inspirado en Pitágoras, que no me resisto a leerles, y con ello acabo mi presentación:
Todo el secreto de la serie armónica
en la urna repleta del agua
percutida por el martillo.
El camino que corre entre números y notas
unidos en la luz.
Fórmula y sonido, secuencia de fracciones,
única dimensión de la belleza.
Café Comercial
Madrid, 14 de noviembre de 2022
José Ramón Ripoll